ReL Durante ocho años, Steven A. Richards vivió como una mujer. Desde pequeño tuvo un listado de afecciones que, al no ser tratadas -como sucede en muchos otros casos- desembocaron en una profunda disforia de género. La experiencia, relata en su blog, le dejó “delirante, paranoico y enfermo”. Hoy sabe que nunca podrá ser el que era y advierte a todos los públicos sobre la perversión trans. Especialmente, sobre su verdadero objetivo, “la autoaniquilación”.