ReL. Emanuela Perrone, actualmente casada y con dos hijos, es uno de los casos icónicos de «Vidas transformadas», nueva publicación de Marta Sanz Lovaine.
Actualmente Emanuela Perrone vive felizmente casada con su marido y sus dos hijos en el norte de Italia. Una vida que en nada parece diferenciarse de otras salvo por un detalle: aún son muchos los que la recuerdan como protagonista de una historia dedicada al progresismo como homosexual, militante anticristiana y defensora del aborto. La suya es una vida que refleja como cada uno puede ser protagonista de su liberación y al mismo tiempo comprobar el abismo que media entre lo que puede prometer el mundo y lo que encontrar en Dios.
Su abandono de lo que llama la “muerte” y “vacío” homosexual y su adopción del matrimonio natural es solo uno de los siete relatos descritos en primera persona en Vidas transformadas, recientemente publicado por Marta Sanz Lovaine en Campomanes editores. Un libro que sigue la estela del documental Transformados, estrenado y dirigido por Lovaine en junio de 2022 y que aborda relevantes relatos de afectados y arrepentidos por y de los postulados transgénero.
Perrone comienza recordando su rechazo a la Iglesia prácticamente desde siempre, debido en gran parte a haber sido educada en un modelo de fe y Dios “distorsionado”, como también lo era el de su propia familia.
“Dios era más como un justiciero que como un Dios de amor, un padre. Este concepto de padre no lo tenía en absoluto, lo que me llevó a crecer con una rebeldía contra Dios, reflejo de la misma que tenía en casa debido a una relación nefasta con mis padres. Al no haber recibido el alimento espiritual y afectivo adecuado, nació una rebeldía que también se reflejaba en mi relación con Dios”, comenta.
Aborto, rechazo al hombre y atracción homosexual
Debido a su trabajo, Emanuela cuenta que se adentró en círculos que “no promovían la vida sino la muerte”, como grupos abortistas partidarios de actividades que el mundo consideraba derechos y por tanto positivos.
“Yo era un activista en estos grupos, especialmente en lo relacionado con el aborto, de la cual era una ferviente defensora”, cuenta. Sin darse cuenta, Perrone asistía a su “muerte del alma”, pues al aprobar y promover el aborto, también estaba “rechazando la feminidad y maternidad, creando un vacío que luego se necesita llenar”.
Fue a partir de ese momento que comenzó a sentir atracción por otras mujeres. Tenía unos 30 años, y aunque en el pasado ya había mostrado una “dependencia emocional” hacia otras chicas, la atracción física no llegó hasta ahora, cuando, perdida por la falta de identidad, se buscaba a sí misma en otras mujeres.
«Buscaba escucha, cuidado y atención”, confiesa, “llevaba una vida frenética, yendo de un lugar a otro sin parar, evitando estar quieta y mucho menos escucharme a mí misma. También tenía una percepción negativa de los hombres, viéndolos como niños asustados que temían asumir sus responsabilidades. Me comportaba de manera muy masculina y con mi actitud dominante aplastaba la masculinidad de los hombres con los que me relacionaba”.
«En contra de la Iglesia»… hasta que apareció la Virgen
Perrone nunca se consideró creyente. De hecho, admite que siempre estuvo “en contra de la Iglesia”. Por eso hasta ella se sorprende todavía de un proceso de conversión que comenzó en Medjugorje, un viaje al que no quería ir por ser católico pero que al mismo tiempo era la única forma de ver a su hermana, residente en Australia. Recuerda aquel viaje como “un maravilloso momento entre madre e hija”.
“Fue allí, en Medjugorje, donde tuve un precioso encuentro con la Virgen. Ella me cogió de la mano y me guio como a una niña hasta el corazón de Jesús. Me llevó a mirar en mi interior y a preguntarme cuál era la verdad sobre mí misma”.
Para entonces, recuerda que “la palabra de Dios y no la de ningún hombre” estaba actuando en ella, haciéndola sanar sus heridas. Desde entonces, cuenta que leer, meditar e interiorizar la palabra de Dios ha sido fundamental en su conversión y que incluso hoy sigue siendo crucial en su día a día.
La gracia frente al «vacío» progresista
Sin embargo, las relaciones homosexuales, la atracción y el “estilo de vida progresista” aún permanecían. Y mientras, no paraba de recordar a las personas, videntes y relatos de Medjugorje. «¿Qué tenían? ¿A quién habían conocido? ¿Por qué ellos viven y yo estoy muriendo por dentro? ¿Lo que yo vivo es bueno o malo?», se preguntaba. Y en última instancia: “¿Quién es Dios?”.
“Me acerqué al sacramento de la reconciliación y ahí fue cuando rompí con las relaciones homosexuales. No fue fácil, pero cuando tomé esta decisión, confié en la Virgen y en Jesús y la fuerza llegó. Al comenzar a vivir los sacramentos fue como si se interrumpiera un proceso, como una ola que no podía detenerse y de repente se detuvo”, asegura.
Después vino la misa y la comunión, luego las adoraciones, y el resultado seguía siendo el mismo, “todo, la sensación de muerte y vacío desaparecía”.
Los sacramentos, en último término, le hicieron recuperar la confianza y certeza de “sentirse amada, descubrir la preciosidad de ser cristiana y la riqueza que conlleva ser hija de Dios”. Al descubrirlo, no solo pudo “abrir los ojos ante la ceguera espiritual que vivía”, sino que comprendió que “la vida es un don que debe ser vivido plenamente. Todo esto me ayudó a levantar la mirada y a abrir los ojos a la ceguera espiritual en que vivía”, agrega.
Madre, esposa y libre
El primer “encuentro” de Emanuela con la fe tuvo lugar en 2010. Desde entonces muchos consideran su historia como “un milagro”. No solo por el aparentemente repentino fin de su orientación homosexual, sino también por el desenlace de “un proyecto de Dios” que nadie ha podido detener.
Solo tres años después de ese primer encuentro, Emanuela celebró su matrimonio con su marido, con el que se reencontró en el momento exacto en que ambos iniciaron su conversión.
Fue como si la Virgen nos hubiera cogido a cada uno por su lado y unido de nuevo en el camino en el sacramento del matrimonio, dice ella. Hoy, viven felizmente casados en el norte de Italia, tienen dos hijos y contemplan como “el camino continúa”, pues “con el matrimonio y la maternidad, el proceso de crecimiento espiritual sigue progresando”.
Ahora soy esposa y madre, concluye, “el Señor quiere lo mejor para nosotros, y puedo decir que veo cada día como me instruye para llevar a la plenitud esta feminidad”.
4 llamados urgentes en torno a los católicos y la homosexualidad
Junto a su testimonio, Emanuela Perrone dirige cuatro llamamientos urgentes dirigidos con caridad a los homosexuales que busquen un cambio de vida, pero también a quienes desean vivir una vida coherente con una fe ortodoxa y sincera:
1º Mirar las propias heridas para poder sanar
“A las personas que quieren abandonar el estilo de vida promovido por las ideologías, les digo que miren a su herida del corazón y que partan de su dolor. Mirando tu propio dolor empiezas a tener responsabilidad contigo mismo, y esto es un primer paso. Ayuda mucho porque, de esta forma, puedes ponerte en camino. No permaneces replegado en tu propio sufrimiento, sino que empiezas a mirar dentro de ti y a preguntarte: ¿Qué busco yo en otro hombre? o ¿Qué estoy buscando en otra mujer? Las respuestas empezarán a llegar”.
2º Buscar la verdad
“Creo que los gais que se definen católicos deben buscar la verdad según el plan de Dios, acogiendo la verdad sobre sí mismos, no las mentiras de la ideología. Atendiendo a estas mentiras, se desencadena un estilo de vida destructivo y comportamientos que no son beneficiosos para nadie”.
3º Los sacerdotes deben promover la verdad, aunque no sea “correcta”
“Los sacerdotes deben promover la verdad, aún a costa de no ser políticamente correctos para la sociedad. Hoy hay una fuerte corriente de querer gustar a la sociedad, de seguir el pensamiento único. Si nos dejamos llevar por este pensamiento único en el que nos quieren líquidos e indefinidos, donde masculino es igual que femenino y viceversa, donde todo es indefinido y uno puede ser como quiera y sentirse como desee, entonces estamos faltando a la verdad, a la realidad y al plan de Dios. Los primeros en hacernos daño somos nosotros mismos”.
4º No creer todo lo que se escucha
“La sociedad quiere llevarnos a vivir al nivel de los instintos y no al de la razón y la dignidad. No hay que creer todo lo que sale en la televisión, periódicos o redes sociales. En mi caso, todo eso fue muy tóxico. Toda mi vida se basaba en lo que veía, en los medios de comunicación, y todos ellos van de la mano de estas ideologías que hicieron mucho daño”.
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