En 1967 la “Ley del Aborto” se aprobó, legalizando el aborto dentro de las 24 semanas de embarazo bajo ciertas condiciones ampliadas respecto a la ley anterior: riesgo de vida o de daño a la salud física o mental de la mujer y riesgo considerable de discapacidad en el niño por nacer.
En el siglo XIX y a principios del siglo XX, se promulgaron una serie de leyes en Reino Unido para reducir el acceso al aborto legal. La primera ley en materia de aborto en el Reino Unido es la denominada “Ley de Delitos contra la Persona” del 18613, la cual declaraba que realizar un aborto o intentar abortar por cuenta propia conllevaba una condena de cadena perpetua.
En 1929 se promulgó la “Ley de Preservación de la Vida Infantil”: esta ley creó un nuevo delito consistente en matar a un feto viable (en ese momento fijado en 28 semanas) en todos los casos, excepto cuando la vida de la mujer estuviera en peligro.
Finalmente, tras la presión de las asociaciones que se autonominaban pro-choice, en 1967 la “Ley del Aborto” se aprobó, legalizando el aborto dentro de las 24 semanas de embarazo bajo ciertas condiciones ampliadas respecto a la ley anterior: riesgo de vida o de daño a la salud física o mental de la mujer y riesgo considerable de discapacidad en el niño por nacer. La ley entró en vigor el 27 de abril de 1968. Hasta ese momento, las mujeres y los médicos implicados que practicaran un aborto en situaciones distintas a las enumeradas anteriormente podían ser procesados penalmente.
La enmienda introducida hace un mes en Inglaterra y Gales elimina la posibilidad de que las mujeres sean procesadas penalmente por haber abortado incluso fuera del marco legal actual, es decir, más allá de los límites previstos por la ley de 1967 (que, como hemos visto, permite el aborto hasta la semana 24 con el consentimiento de dos médicos). El aborto, bajo las condiciones anteriormente mencionadas, se puede practicar en cualquier momento de la gestación, es decir, hasta el día del parto.
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