El 29 de noviembre, tras cinco horas de debate, el Parlamento británico aprobó, por 330 votos a favor y 275 en contra, una proposición de ley que permitiría el suicidio asistido a los enfermos terminales en Inglaterra y Gales cuya esperanza de vida sea inferior a seis meses, siempre que cuente con la aprobación de dos médicos y un tribunal. En Escocia se está debatiendo una ley similar.
Aún puede pasar mucho tiempo antes de su entrada en vigor. De hecho, la parlamentaria que la ha impulsado, la laborista Kim Leadbeater, se ha dado un plazo de dos años para concluir el trámite parlamentario
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